2.8-La Guerra Ruso-Japonesa: La primera guerra en «color»

Tokusaburo Otsuka, imagen del álbum Nichito sen’ eki shashincho.álbum fotográfico de la campaña ruso japonesa, 1904-1905.Colección Particular

Con el cambio de siglo, las noticias ilustradas y los conflictos bélicos en particular, de gran transcendencia para el público, ocupaban cada vez más espacio en semanarios y revistas, modificando el diseño y la apariencia en las páginas, con imágenes que llenaban portadas y reportajes en forma de secuencias en el interior. El fotógrafo, además, fue adquiriendo gradualmente entidad propia y comenzaba a ser frecuenta el colocar en “los últimos cuadros de nuestro artista especial o corresponsal especial”. Ya en el cambio de siglo, fotógrafos como Viktor Bulla o Jimmy Hare tuvieron un espacio en las publicaciones para presentarse y mostrar su trabajo. Durante la Guerra de Filipinas se calcula que llegaron a ser medio millar los enviados especiales presentes entre periodistas, fotógrafos y grabadores.

La inmediatez en el envío de imágenes fue un valor en aumento para el prestigio de las publicaciones. Durante la Guerra Ruso-Japonesa los retratos del comandante y las fotos de Port Athur y de buques de guerra ocuparon la primera plana de los periódicos. El 9 de marzo de 1904, Le Matin publicaba una fotografía bajo el epígrafe “una fotografía tomada tres semanas atrás” de la sala de reclutamiento en Vladivostok, y después, el 14 de marzo, una “foto tomada seis semanas atrás, en vísperas de la guerra”, y, finalmente, el 24 de marzo, “la entrada del primer destacamento japonés en Seúl”, datado el 12 de febrero.

Durante la Guerra Ruso-Japonesa la revista Collier´s, en un número especial dedicado al conflicto, publicó: “Algunos hombres en el frente para Collier´s”

Desde el frente ruso y para Collier´s y Niva, trabajaría de corresponsal Viktor Bulla. Procedente de una familia de fotógrafos, se especializó en el trabajo documental y, tras la Guerra Ruso-Japonesa, fundó la productora Apollo, especializada en filmes documentales e históricos. EL trabajo de Bulla durante la Guerra Civil Rusa, sobre las barricadas de LitÏny o los combates de artillería de Gostini Dvor, se publican en El primer destacamento montado, álbum de Alexander Rodchenko y Varvara Stepanova.

Durante este conflicto surgió toda una generación de fotógrafos soviéticos que después depurarían, durante la Revolución de Octubre. Entre ellos, Piotr Otsup, que publicó sus fotografías en la revista Crónica de la guerra contra Japón.

Durante el conflicto también participaron fotógrafos oficiales y de carácter documental, como Serguei Prokudin-Gorskii. Químico y fotógrafo, fue el creador de un proceso fotográfico tricolor anterior a la planta autocroma. Destacó por sus reportajes de la vida cotidiana en la época inmediatamente anterior a la Revolución de 1917. Fotógrafo oficial durante la Guerra Ruso-Japonesa, cuyos reportajes se producirían en una revista militar, sobre la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre, de los que quedaron unas pocas imágenes, que fueron donadas por sus herederos ala Library of the Congress, en 1947. Siempre destacó, sin embargo, su trabajo documental en unas tierras de los Urales y sobre la modernización industrial de la Rusia Imperial. Tras la Revolución de Octubre, se refugió en Noruega, llevándose todos sus negativos y álbumes. Posteriormente vivió en Inglaterra y en París, donde murió.

Además de los fotógrafos de uno y otro frente, el interés del enfrentamiento llevó a Herbert George Ponting, un fotógrafo británico especializado en expediciones, al conflicto.

Por parte del frente japonés el trabajo fotográfico de la Guerra estaba organizado y dirigido por la Unidad Fotográfica de la Armada Japonesa, institución que se había formado durante el conflicto chino-japonés y cuyos miembros eran fotógrafos profesionales y a la vez militares. Bajo el mando de Kenshi Ogura, especialista no sólo en la fotografía sino también en procesos de impresión y fotograbado, fundamentalmente en el desarrollo de la cartografía, trabajaron once fotógrafos. Entre ellos destacó Tokusaburo Otsuka que aprendió fotografía en Estados Unidos. Sus fotografías de las trincheras rusas durante el sitio de Port Athur destacaron por la emoción lírica y la estética composición que traspasaban los límites de la fotografía de guerra como mero documento. Gran parte de su trabajo formó parte del Nichiro sen´eki shashincho, en el que las imágenes de las crudas escenas del combate y de fallecidos fueron censuradas.

La demanda comercial de este tipo de imágenes iba en aumento, no sólo a través de las revistas de la época y la publicación de pequeños álbumes monográficos, la conocida firma de vistas estereoscópicas Underwood & Underwood también puso a la venta un amplio número de imágenes.

El color llegaría a las imágenes de la guerra de la mano de los japoneses, que colorearon las fotografías, labor en la que siempre habían destacado por su gran habilidad. La relación entre pintura y fotografía tuvo durante ese conflicto un punto de unión relevante. Georges Bigot, pintor francés afincado en Japón, envió sus dibujos y fotografías al magazine británico Graphic. Muchos otros dibujantes fueron enviados al frente, como Kuroda Seiki, Chu Asai, Koyama Shotaro y Hosui Yamamoto. La mayoría de ellos, del mismo modo que los artistas que intervinieron en la Guerra de Crimea o la Independencia americana, creaban las escenas de batalla basándose en la imaginación. Aunque el trabajo de los fotógrafos facilitó su labor, éstos no podían acudir a los campos de batalla y debían mantener su trabajo entre el retrato oficial y de la vida de los soldados del frente.


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