2.7-Conflictos coloniales

La presencia de la fotografía o las correspondientes xilografías para ilustrar los numerosos conflictos de las principales potencias era ya incuestionable en el último cuarto del siglo XIX. Se convirtió, además, en un elemento que, como en el caso de Crimea, si se “dirigía” mediante la contratación oficial del fotógrafos, podía ser un medio de propaganda oficial, aunque de una manera mucho más ingenua de lo que se llevaría a cabo en el siglo XX.

Entre los conflictos desarrollados en las colonias, conviene señalar la intervención francesa en México, La Guerra de La Triple Alianza, aunque fuera ya entre Estados americanos independientes, así como en el caso de la Guerra Anglo-Afgana, el Desastre del 98 y la Guerra de los Bóers.

La armada francesa enviada por Napoleón III llegó a México en enero de 1862 con el objetivo de explotar sus ricos recursos mineros. La expedición gala fue apoyada por españoles y británicos en la primera parte del conflicto. A partir de 1864, los franceses, ayudados por los conservadores mexicanos, ascendieron al poder a Maximiliano de Habsburgo e instauraron la monarquía, por poco tiempo.

Sin duda, es la imagen del fusilamiento de Maximiliano la que se ha convertido en un icono del conflicto, gracias a la obra de Manet. La importancia del testimonio fotográfico como documento cobra aquí un especial relieve por la notoriedad que la pintura de Manet alcanzó en su tiempo. Calificada como única en su estilo, Manet fue capaz de reconstruir una escena que no había vivido con una rotunda veracidad. Para realizarla, el artista se documento en las informaciones aparecidas en la prensa, y en las fotografías de François Aubert.

Sobre la presencia de este fotógrafo en México y su trabajo durante el Segundo Imperio, quedan aún ciertas lagunas documentales. Aubert realizó un dibujo de la escena, asó como múltiples retratos de oficiales mexicanos, y se le deben también las imágenes de la camisa de Maximiliano agujereada por las balas y de su cadáver y los de sus oficiales en el ataúd. Además, realizó varios fotomontajes y bocetos del lugar del fusilamiento.

Los distintos conflictos bélicos en tierras latinoamericanas atrajeron a fotógrafos extranjeros. De la Guerrra de La Triple Alianza que enfrentó a Paraguay contra Argentina, Brasil y Uruguay por el control de la región en torno al Río de Plata, la firma británica Bates documentó el bombardeo brasileño sobre Paysandú y el fotógrafo brasileño Carlos César, fotógrafo de Río de Janeiro, publicaría, en 1868, Recordaçoes da Guerra do Paraguai, que dedicó al vizconde Rio Bran.

 

F.Aubert, Cuerpo embalsamado del emperador Maximiliano,1867. Albúmina, Société francaise de Photographie, París

El fotógrafo italiano Benito Panunzi registró el conflicto e 1866. Formado como asistente de Felice Beato en China, se instaló en la Pampa argentina entre 1865 y 1870. En 1868 se instaló en Buenos Aires, en un estudio llamado Fotografía Artística, junto con otro fotógrafo italiano, Luis Zoccola. Un retratista alemán, George Heinrich Alfed, establecido en Rosario a partir de 1862, registró en su estudio a los militares participantes en la Guerra de la Triple Alianza en tránsito por la ciudad del camino del frente.

La Guerra del Pacífico, también llamada del Salitre, enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia. Entre los fotógrafos que participaron se encuentran el norteamericano Edward Clifford Spencer, quien realizó una serie de fotografías de los principales acontecimientos.

Los británicos fueron, sin ninguna duda, los protagonistas de la mayoría de conflictos coloniales del siglo XIX, momento en el que vivirán el máximo esplendor de su imperio. Entre sus frentes, destacan el de Rusia por el control de Asia central y el del norte del subcontinente indio. Otro enfrentamiento fueron las sucesivas Guerras Anglo-Afganas, siendo fotografiada la segunda por los británicos John Burke y Willian Baker. Ambos vivieron y trabajaron en la región durante las últimas décadas del siglo XIX.

Willian Baker y John Burke, ambos de origen irlandés y militares retirados, abrieron su estudio en Peshawar en 1861. Su carrera anterior motivó su interés por la temática militar. Cuando en 1878 estalló el conflicto, ambos realizaron retratos de militares y documentaron las secuelas de los campos de batalla, destacando el trabajo llevado a cabo por Burke.

Al comienzo de la Segunda Guerra Afgana, Burke cursó solicitud para actuar como fotógrafo oficial del ejército británico, pero su petición fue rechazada. Aún así, decidió acompañar a una de las columnas en su avance por Jellabad y la campaña de Khyber, financiándose el viaje. Además de publicar un álbum con las imágenes de la guerra, trabajó para algunos de los corresponsales británicos que habían ido a cubrir la noticia y sus fotografías servirían de base para grabados publicados, fundamentalmente , para el periódico londinense Graphic, que publicó un retrato suyo, en pleno trabajo rodeado de productos químicos y bajo el título de “fijando el negativo”.

Sus imágenes siguen un mismo esquema compositivo, donde predominan el retrato en grupo de oficiales británicos y las vistas generales de los principales campamentos. A menudo, Burke regalaba los retratos de los líderes afganos derrotados a los oficiales británicos.

Además de su trabajo “militar”, ambos fotógrafos también se interesaron por la fotografía de lugares arqueológicos, por el paisaje y la arquitectura típica de mezquitas, bazares y palacios imperiales. Burke y Baker realizaron numerosos viajes por Cachemira, obteniendo bellas imágenes de paisajes y arquitectura que obtuvieron diversos premios fotográficos en los certámenes organizados por la firma Bourne & Sherperd. Baker se retiró en 1873, dejando al frente del negocio a Burke, que lo continuó hasta 1900.

La amplia experiencia en información de guerra por parte de los medios británicos tuvo un nuevo y exitoso impulso en las guerras de los Bóers, si bien conviene señalar que éste se debió fundamentalmente a las informaciones impresas, ya que la parte fotográfica profesional quedaba en manos del aparato oficial que controlaba los permisos a los profesionales. Para éstos, además, no dejaba de ser complicado, desde el punto de vista técnico, trabajar en los campos de batalla, al margen de realizar retratos de encargo. El envío de dibujantes y grabadores al frente continuó siendo una tradición.

Durante la Segunda Guerra de los Bóers los principales periódicos británicos, como el Times o el Daily Mail, realizaron un gran esfuerzo por cubrir las informaciones y los sucesos de la manera más rápida y eficaz.

La mayoría de los testimonios gráficos de este conflicto se deben a la mano de los soldados y aficionados de la zona. Conviene estacas que desde 1890 el éxito de la cámara Brownie, fabricada por Kodak, multiplicó el número de testigos de noticias y eventos por todo el mundo.

No obstante, los testimonios fotográficos realizados por las tropas tuvieron una gran importancia y repercusión en la opinión pública británica, ya que muchos de ellos aparecieron en revistas ilustradas. Entre las que mayor impacto tuvieron se encuentran las imágenes de los campos de concentración y de la catástrofe militar en Spion Kopp.

Entre los pocos fotógrafos profesionales que cubrieron la Guerra de los Bóers destaca Horace W. Nicholls, si bien su nombre está vinculado a los fotógrafos documentalistas en torno a las condiciones laborales. Nicholls, fotógrafo británico, no sólo recogió los horrores de la guerra, sino que documentó la vida de los colonos y la explotación de minas de oro y diamantes en Sudáfrica. Nicholls sería años más tarde el autor de otra serie documental dedicada al mundo del trabajo en pésimas condiciones en Women at War, durante la Primera Guerra Mundial.

Como novedad informática y documental, durante el conflicto se realizaron vistas estereoscópicas del conflicto que tuvieron gran aceptación.

Hasta ahora, este recorrido cronológico por los principales hitos del testimonio gráfico en las diferentes guerras del siglo XIX ha aportado una visión global en la que aparecen fotógrafos profesionales de diversa índole: unos enviados explícitamente a los conflictos, otros testigos involuntarios que realizaban una labor paralela, e incluso los que fueron con la intención de cubrir la información y luego se quedaron como soldados y fotógrafos amateur.

Durante la Guerra de Cuba se abrió una nueva modalidad de corresponsal en la figura de James Hare: el periodista gráfico, capaz de combinar el testimonio visual y la información. Además, el llamado Desastre del 98 abrió en la prensa una nueva fórmula de “información”: la denominada prensa amarilla, caracterizada por la intervención del medio informativo sobre las imágenes y noticia. Entonces, al igual que ocurre hoy día, este tipo de prensa se caracteriza por lo impactantes titulares y la creación “ad hoc” de imágenes, en su mayoría manipuladas. Histórica es la anécdota que ocurrió con el editor del New York Journal, Randolph Hearst, que tras recibir el mensaje de su corresponsal en Cuba, cuyo texto decía “todo está quieto. No hay problema alguno aquí. No habrá Guerra. Deseo regresar”, respondió “Por favor, quédate. Tú fabrica las fotografías y yo fabricaré la guerra.”

El nacimiento de este tipo de prensa surge, por una parte, debido a la fuerte competencia que existía entre los medios periodísticos, y, por otra, como instrumento de una falsa sublimación de un exaltado sentimiento patriótico. Hasta entonces, tanto el fotógrafo como el corresponsal procedían de los bandos intervinientes en los conflictos, dado que los consumidores principales de las noticias eran sus compatriotas. Su papel patriótico y no sólo informativo y testimonial era desempeñado hasta entonces por los corresponsales de guerra. Los medios norteamericanos de corte sensacionalista dedicaron gran espacio a la Guerra del 98.

Entre los fotógrafos allí presentes se encontraban James Henry Hare, para Collier´s y New York Journal, James Burton y F.Pagluichi, para Harper´s, John C.Hemmente, para Leslie´s, y Willian Randolph, para World.

Considerado un antecesor de Robert Capa en el concepto de reportero gráfico, destaco Jimmy Hare, no sólo durante la Guerra del 98, pues su presencia en los principales conflictos del siglo XX fue en aumento. Siguiendo las indicaciones del sensacionalista editor Randolph Hearst, sus imágenes recogieron los momentos de máxima tensión para ofrecer al espectador los mayores efectos dramáticos al primer golpe de vista. Además de la Guerra de Cuba, también cubrió la Revolución Mexicana, el desembarco japonés durante la Guerra Ruso-Japonesa, las calles de San Francisco tras el célebre terremoto, La Primera Guerra Mundial, siendo su último trabajo el enfrentamiento entre polacos y soviéticos tras el armisticio de la Segunda Guerra Mundial. Además de conflictos militares, también realizó múltiples reportajes dedicados a los avances técnicos de la aviación y de la navegación y retrató a varios presidentes norteamericanos como Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson, Willian Howard Taft y Willian McKinley.


2 respuestas to “2.7-Conflictos coloniales”

  1. sois unos

  2. Indicad bien el título del artículo: ésto tiene que ver con la retransmisión de las guerras y la fotografía, que está muy bien en su materia, pero sobre lo que son los conflictos coloniales del siglo XIX, más bien poco.

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