2.3-La Guerra de Secesión Americana, 1861-1865

Alexander Gardner, John Wilckes y el resto de conspiradores del asesinato de Abraham Lincoln ajusticiados.Hulton Getty Collection, Londres

La Guerra civil en Estados Unidos fue, por una parte, el último conflicto que se fotografiaría bajo los inconvenientes de la placa húmeda, y, por otra parte, sería el primero en ser fotografiado de manera masiva y sin censuras.

Hasta entonces, tanto en Crimea como en la Guerra del Opio, los fotógrafos contaban los acontecimientos bajo una óptica cargada de cierto patriotismo. Aunque esas primeras fotografías en campo de batalla representaron un hito en la creación del reportaje fotográfico.

Los fotógrafos que participaron en el conflicto norteamericano fueron los primeros en experimentar lo que Robert Capa, en los años 30 del siglo XX, resumió como una máxima del reportaje: “Si tus fotografías no son los suficientemente buenas, es porque no estás lo suficientemente cerca” Por esta razón, los fotógrafos comenzaron a correr el peligro de mezclarse con las primeras líneas de combate para conseguir las mejores y más convulsas imágenes. Conviene mencionar, adelantándonos a lo que será el reportaje contemporáneo, que hasta mediados del siglo XX no se produciría una profesionalización del reportaje gráfico ni se crearán agencias fotográficas que velen por el trabajo y, en la medida de lo posible, la seguridad del fotógrafo.

Si los reportajes de Fenton eran un relato documental de la vida en la guerra, las imágenes que captaron Mathew Brady o Tymothy O´Sullivan mostraron un fiel documento de los horrores de la guerra.

Los principales fotógrafos que participaron en la Guerra de Secesión fueron Mathew Brady, Timothy O´Sullivan, que empezó como asistente de Brady, Alexander Gardner y George N. Barnard.

Mathew Brady procedía de una familia irlandesa y tempranamente aprendió la técnica del daguerrotipo de la mano de Samuel Morse. Abrió un primer estudio de retrato de daguerrotipo en Nueva York en 1844, pasó a otro dirigido por Alexander Gardner y a un tercero en Broadway. Se especializó en retratos de personalidades vendidos por series, lo que pronto le dio gran reputación.

En 1856 abrió un estudio en Washington, donde acudía a retratarse todos los líderes, tanto de la nación, como los extranjeros en visita oficial. Él mismo llegaría a afirmar que su principal misión consistía en inmortalizar los rostros de “ las madres y padres que han hecho historia”.

Pero su mejor obra consistió en fotografiar la Guerra de Secesión, un proyecto del que no pocos le animaron a desistir.

Llegó a contar con la colaboración de más de dieciocho ayudantes repartidos en distintos frentes, de los cuales se independizaría durante el conflicto, como Alexander Gardner, James Gardner, Timothy O´Sulliban, Willian Pywell o George Barnard.

El denominado “Brady´s Photographic Corps” pronto adquirió celebridad y pasó a formar parte de las tropas, que denominaban a estos fotógrafos y a sus cuartos oscuros tirados por caballos los “What-is-it?”.

En realidad, Mathew Brady no fue propiamente el autor de muchas de las fotografías que se le atribuyen y que aparecían como suyas en las publicaciones de la época, ya que, desde Washington, empleó la mayor parte de su tiempo en coordinar a los diferentes fotógrafos, recibir el material, mantenerlo y conservarlo en las mejores condiciones, lo que le limitó bastante para poder fotografiar.

Su primer trabajo lo realizó en la batalla de Bull Run, donde llegó a figurar entre los desaparecidos, aunque, de hecho, había sido capturado. Estas imágenes causaron una enorme sensación entre el público, por la presencia de cadáveres de soldados de la Unión.

En 1862, Brady mostró en su galería de Nueva York las fotografías de la batalla de Antietam, bajo el título de The Deads of Antietam, donde mostraba al público los horrores de la sangre derramada en su propio país. Hasta entonces, los conflictos, revoluciones o guerras venían representados a través de grabados más o menos suavizados, sin muertos o moribundos, pero esta vez se trataba además de derramamientos de sangre a tan sólo unas millas del lugar donde se exhibían las fotografías y no en la “lejana” Crimea. Ante esta exposición, el New York Times llegaría a escribir: “Brady nos ha traído a casa la seriedad y realidad terrible de la guerra”.

La presencia cada vez más frecuente de imágenes de este tipo en la prensa del momento, junto a las de otros fotógrafos, levantó debates en torno al impacto producido por ellas.

En razón de la gestión y coordinación del trabajo y de los fotógrafos, Brady optó por continuar su labor como retratista de los ejércitos tanto de la Unión como de los Confederados, así como Abraham Lincoln, al que retrató en numerosas ocasiones. También fotografiaba a muchos soldados cuyos retratos vendía en formato carte de visite.

Al finalizar la Guerra Civil, Brady se enfrentó al rechazo de una sociedad que quería olvidar ésta y, por lo tanto, cualquier imagen que le recordara el episodio. Su arriesgada apuesta comercial le llevó a la bancarrota, pero al menos sus negativos fueron adquiridos por los Archivos del Congreso norteamericano en 1875, por 25.000 dólares, suma que le sirvió para hacer frente a sus acreedores.

Falleció en 1886, deprimido, alcohólico, sólo y arruinado en el Hospital presbiteriano de Nueva York, tras sufrir un atropello, y sus funerales fueron sufragados por los veteranos de la Séptima Compañía de Infantería.

No sería hasta el siglo XX cuando la historia de la fotografía recuperaría su figura como la de un hombre que arriesgó toda su vida por un propósito: hacer que la fotografía fuera considerada como el testimonio más veraz y directo para reflejar la guerra y sus efectos.

Alexander Gardner, nacido en Escocia, fue un activista socialista comprometido. Había emigrado a Estados Unidos en busca de un futro mejor y publicó folletos promocionado la emigración a una colonia llamada Clydesdale (Iowa), persuadiendo a muchos amigos y familiares para crear allí un lugar regido por el espíritu socialista. La aparición d euna epidemia en la zona impidió que pudieran instalarse.

En 1856, Gardner conoció a Brady, quien le enseñó el oficio y lo puso al frente de uno de sus estudios en Nueva York. Al estallar la Guerra Civil, se convirtió en fotógrafo oficial de la Unión y realizó celebres imágenes, como la conocida como A Sharpshooter´s Last Sleep (el último sueño de un francotirador), que más tarde se demostró era una imagen trucada.

Su trabajo se salpicó de polémica cuando el historiador Willian Frassanito estudió con profundidad cada una de las imágenes de Gardner, estableciendo un análisis comparativo con otras imágenes suyas, y llegó a comparar que unos mismos cadáveres estaban colocados en distintas posturas. La intencionalidad de Gardner para crear estas “escenografías” obedecía a su sentido de la realidad, pretendiendo ofrecer una imagen mucho más directa al público.

Gardner siguió trabajando para el Servicio Secreto y trabajó eventualmente como fotógrafo acompañante de Abraham Lincoln y hasta llegó a retratar la ejecución de sus asesinos.

Reunió su trabajo en dos volúmenes, Photgraphic Sketch Book of the Civil War, cada uno con cien fotografías originales. Pero, al igual que le ocurrió a Mathew Brady, los americanos quisieron borrar cuanto antes los horrores de la guerra y apenas se vendieron unos pocos ejemplares.

Permaneció en Washington hasta su fallecimiento.

Timothy O´Sullivan, nacido en Nueva York, siendo adolescentes entró en el estudio de Mathew Brady. Al comenzar la Guerra Civil fue nombrado teniente y luchó en Beaufort, Port Royal, Fort Walker y Fort Pulaski. Durante este tiempo documentó el conflicto por encargo de Gardner y algunas de sus fotografías figuran en el álbum de éste. Tras ser relevado con honores del ejército, se incorporó al equipo de Brady. En julio de 1862, O´Sullivan siguió la campaña del general John Pope a Virginia y un año más tarde realizó las que se consideran sus mejores obras, bajo el título de Harvest of Death.

De todos los fotógrafos que participaron en la Guerra de Secesión es, probablemente, el único que continuó con una carrera digna y que supo adaptarse al cambio de los tiempos, aunque su prematura muerte a los cuarenta y dos años por tuberculosis sesgó una buena carrera como fotógrafo documental, tanto de gran formato como de tamaño más reducido.

Una vez finalizada la guerra, fue nombrado fotógrafo oficial del United States Geographical Surveys West, con un trabajo que consistía en fotografiar el Oeste americano para atraer a posibles colonos. Entre las fotografías que tomó allí se encuentran la documentación sobre ruinas prehistóricas, así como varias series sobre los tejedores navajo y otros pueblos del sudoeste de la Unión. También participó en la expedición geológica de C. King a las Montañas Rocosas y en otra expedición científica a Panamá.

George. N Barnad documentó en placas de colodión los desastres de la Guerra Civil y participó, junto al general Willian T.Sherman, en la Marcha hacia el Mar, que registró en gran formato.

Abrió un primer estudio de daguerrotipo en 1847 en Oswengo, y, tras una estancia en Cuba, trabajó en el estudio de Mathew Brady en Nueva York.

Fotógrafo de la Unión, tras el estallido de la guerra fue enviado a fotografiar varios frentes de batalla en Virginia, como los de Harper´s Ferry, Bull Run y Yorktown.

A partir de diciembre de 1863, fue contratado por el Departamento Topográfico de Ingenieros para dirigir las operaciones fotográficas en el Cuartel General de la División del Mississippi, en Nashville. Este trabajo implicaba la reproducción fotográfica de mapas, planos y otros materiales topográficos, alternándolo con el retrato de los soldados y de los lugares que visitaba.

Un año más tarde fue nombrado fotógrafo oficial del Departamento Militar, dirigido por el general William Sherman, al que acompañó desde Sabannah hasta Carolina del Sur. Una selección de 61 imágenes que recopiló durante este periodo fueron publicadas en el álbum Photographic Views with Sherman´s Camgpain.

Tras la guerra, Barnard se instaló en Chicago, donde abrió un nuevo estudio que quedó completamente destruido por el fuego en 1871. Paralelamente abrió otro estudio en Charleston, que también sufrió ciertos daños por una inundación. Desde 1884 trabajó para la Rochester Photographic Association, hasta su falleciemiento en 1902.

Hasta ahora, se ha descrito el trabajo de los fotógrafos que cubrieron y trabajaron para el bando de la Unión. En el sur, la Confederación también contó con fotógrafos oficiales pero, desgraciadamente, apenas han llegado obras suyas hasta nuestros días. La razón de esta pérdida no es otra que su destrucción por parte de los propios fotógrafos que se consideraban parte del bando perdedor. Para no conservar el recuerdo alguno de la derrota, ésta fue la reacción paralela, aún más dura e irreparable a la que ocurrió con la obra de Brady.

Cabe mencionar la obra de George S. Cook. Nacido en Connecticut, intentó vanamente convertirse en pintor en Nueva Orleans, pero antes su fracaso decidió aprender el oficio de daguerrotipista, por entonces en pleno auge. Durante la Guerra Civil se unió a los fotógrafos de la Confederación y su obra más reconocida fue la documentación que realizó sobre el gradual deterioro de Charleston y Fort Sumter.

La mayor parte de las fotografías de Cook fueron destruidas en un incendio en 1864. En 1880 se trasladó junto a su familia a Richmond y allí abrió un nuevo estudio, mientras su hijo mayor, George La Grange Cook, asumió el control del de Charleston.

A su llegada a Richmond, Cook amplió el negocio con la compra de negativos de otros fotógrafos de las ciudades que se estaban deshaciendo de sus negocios. Fotógrafo activo hasta su muerte en 1902, a partir entonces su hijo menor Huestes se hizo cardo del estudio.


2 respuestas to “2.3-La Guerra de Secesión Americana, 1861-1865”

  1. esta ien investigado te felicito ojala y sigan asi

  2. Es muy interesante la forma en la que muestran los diferentes acontecimientos a partir de fotos, esta profesión de fotógrafo no es fácil aun sabiendo que pueden arriesgar u vida por una buena foto, saber cual es el angulo y el momento perfecta de capturar una oto no es fácil y mucho menos cuando son cosas que solo pasan una ves.
    Muy buen articulo

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